Y como dijo Mario Benedetti… “tengo una soledad tan concurrida”.
Concurrida de ausencias reales e imaginarias. Concurrida de dudas, de desesperanzas
y desesperos. Concurrida de resistencias, de luchas imaginarias, autoataques,
pérdidas, triunfos e incertidumbre. Incertidumbre de todo. Y el día de turno es
la excusa para divagar de los qués, por qués y los paras. En conclusión, mi
soledad es tan atosigada de elementos intangibles que estoy más acompañada que
cuando me rodea mucha gente. Lo que pasa es que así como a uno le desagrada tal
o cual persona, a veces me resultan poco gratas mis auto-compañías.