Todo comenzó así, naturalmente: seres humanos buscando el próximo corazón víctima y victimario, cayendo en las redes mutuas sin darse cuenta.
Lo distinto fue coincidir en casi todo sin tener que esforzarnos. Perdonar lo que en otras ocasiones fue imperdonable para el otro y para uno mismo. Rendir la dignidad, a sabiendas. Ignorar el No que dije, el mismo con que en otras ocasiones condené a otros al olvido. Hacer todo eso con miedo y vergüenza, pero hacerlo. Echar el corazón al vacío, a ver si tiene alas. Lo más inesperado es sentir que tal vez sí pueda volar.
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