jueves, 8 de abril de 2010

"Los diabéticos no sienten"

Foto: Gelatina con lecherita o azúcar en la sangre

Don Luis ha estado sentado toda la mañana en una silla plástica en el pasillo de la sala de hospitalización. Está bien vestido y con una gorra, como quien se prepara para salir y decide no acobardarse ante el sol inclemente. Saluda amablemente a los que pasan y está atento a todo lo que sucede en la sala.

Si no fuera porque usa chanclas en vez de zapatos y tiene la punta del pie discretamente envuelta en un vendaje, nadie descubriría con facilidad que es un paciente más en la clínica. Recibe a los médicos en su trono sintético.

-No me voy a dejar cortar el pie. Eso sí que no. Él va mejorando, es que a mi ni me duele.
-Usted es diabético. Y los diabéticos no sienten.

Silencio. Retumba en la cabeza "los diabéticos no sienten". Los ojos ceguetones de Don Luis lanzan una mirada fija y desconcertada.

-Pero doctor, yo lo veo como mejor. Yo he estado caminando y todo sin problemas.
-No, es que los diabéticos no sienten. Usted no siente- y las palabras de Don Luis quedaban ahogadas por la voz del médico-

Hubo un silencio corto y un arranque de valentía:

-Mire, yo tengo mucha fe. Yo tengo mucha fe en que me voy a curar. Disculpeme, pero es que yo a ese pie le veo vida. Yo le veo vida.

Ésta es una pequeña escena que presencié y me llamó la atención. "Los diabéticos no sienten", en el contexto de la enfermedad, se refiere a la pérdida de la sensibilidad de la piel al dolor porque las altas concentraciones de azucar dañan pequeños nervios. Pero en aquel momento, me sonó casi como una sentencia injusta. ¿Qué es lo que Don Luis no sentía? Pienso que sentía muchas cosas, que siente su pie a su manera.

Aquel anciano titánico, semejante a un Zeus bonachón, quedará por siempre en mi mente. Gracias a Don Luis por darme un recuerdo valioso para atesorar sobre mi profesión y la vida.

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