viernes, 31 de agosto de 2012

Junto a la ventana

No me gusta la música de fondo de los poemas. No me gusta que me empujen a lo que quieren que sienta, en vez de lo que yo siento. Ahora me acuerdo de mi puesto junto a la ventana, con el cristal transparente, en un rincón más bien oscuro, la lluvia chapoteando en los charchos de afuera, el vidrio frío, el sweter de lana reconfortando mi cuerpo y mi alma, como un refugio. Los pensamientos atrapados entre las gotas que resbalan y el libro de Español sobre el pupitre. La soledad felíz de mi cabeza, aguardando la también felíz tarea de escapar adolorida por los bordes y renglones del cuaderno, en complicidad con los personajes creados, que eran yo misma y eran otros al tiempo, personajes que me parecía que existían en el profesor y compañeros de clase, y que se sentaban conmigo, entre la pared y mi silla, al lado de la ventana, y juntos nos jurábamos lo espléndido que seguiría siendo el futuro, que ahora es presente y se extiende a proyectos. Y no es que sea infelíz ahora, pero me hacen falta esas conversaciones mágicas conmigo misma siendo otros, proclamando verdades universales que creía que poseía, que me erizaban la piel bajo el saco de lana, que me daba calor junto a aquel cristal frío.

Invisible

Hoy lo vi, pero él no me vio. Yo lo vi riendo y lo vi alejarse. Lo vi darle la espalda a mi mirada, que ya no sentía, a diferencia de antes, cuando con un radar, que no sé dónde tenía, podía darse cuenta de mi presencia a un kilómetro de distancia.

"Creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte. Como la mano izquierda enamorada de ese guante que vive en la derecha."  Cortázar

martes, 14 de agosto de 2012

lunes, 6 de agosto de 2012

Confesiones a Alejandro

Esta noche siento la necesidad de confesarte algo.
Brota de mí un impulso, incontenible, de echarme al ruedo
No importa (bueno, sólo un poco), que mañana me sienta ridícula.

Tengo un miedo irracional a que con cada minuto, dejes de quererme,
Que con cada segundo me olvides,
Que cuando te busque, la ocupación inadvertida de los días haya borrado tu deseo.

Tengo que confesarte que te rechazo porque tengo miedo,
Porque sos demasiado bueno,
Y no sé qué podría yo devolverte.
Y me da miedo, que no sé qué me has visto, me da miedo no poseer eso.
Me da miedo ser un espejismo.
Me da miedo ilusionarte, o ilusionarme,
Que perdamos el tiempo.

Pero esta noche he escuchado tantos poemas,
He pensado tanto en la muerte,
En el suicidio que significa resignarse y andar sobre seguro,
Que he decidido que lo más prudente, es no quedarme en    [silencio,
Abandonar el camino sensato y confesarte
Que te quiero, no en el sentido de tenerte aprecio,
Sino de querer poseerte por un rato, en una charla,
En una mirada, en la promesa tácita de un nuevo encuentro.

Y si acaso me equivoco escribiéndote esto,
Si malinterpreté tus pasos coincidiendo con los míos bajo algún pretexto,
Perdoname, pero no me arrepiento
Porque ya te he dicho que esta noche pienso demasiado en la muerte
Y aunque haga el ridículo, me permitiré vivir un poco a través de la locura que es
Actuar sin medir las consecuencias,
Sólo por eso me confieso.