viernes, 16 de septiembre de 2011

Sobre la intromisión

Las penosas introducciones a las obras maestras, disuasorias, áridas, sublimes o desvergonzadas. ¡Ah! ¿Por qué sentiremos curiosidad? ¿Por qué habrá tenido que nacer y morir el autor? ¿No basta con que lleve un nombre, no le pesa éste ya bastante? Pero la gente desconoce la compasión. Tiene que guisarse a su escritor, sazonarlo y comérselo.


Elias Canetti. El suplicio de las moscas. Editorial Josmar.


Soy de las personas a las que no le gusta saber mucho de los autores, al menos antes de leer una obra. Esto para no sesgarme, para intepretar cada frase como una reflexión trascendental sobre la vida en general y no como un juicio a conveniencia según lo vivido, un "respirar por la herida".

Sin embargo, debo reconocer que a veces sazonar al escritor está bien, pero luego de haber saboreado su obra.

Un punto de vista muy personal, claro.

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