viernes, 9 de septiembre de 2022

De mí para mí: delirios de grandeza en una noche de insomnio

 Estoy leyendo la biografía de Oliver Sacks.

Este tipo de libros -mejor dicho- de vidas, me encanta. Me siento menos sola, no tan loca. De hecho, me siento absolutamente lúcida y valorada. Será porque desde que tengo memoria siempre me he sentido alguien inusual, y la mayor parte del tiempo temo que eso no sea algo bueno, aunque muy en el fondo me enorgullece ser atípica.

Cuando pienso en el instinto de vivir cosas inusuales, descabelladas para la mayor parte de la gente a mi alrededor, siento que algo está mal conmigo: mis anhelos me parecen desmesurados y atrevidos, por no decir enfermizos y retorcidos.

Pero cuando leo a Sacks, así como cuando leí a Italo Calvino o a Nietzche (parafraseado, claro está), me siento en mi salsa. Siento que soy de esa raza de raros geniales. Y me enorgullece, me inspira, y pienso "¿por qué no? ¿qué tal si mi vida ha de ser así, extraordinaria?", y ya mis anhelos y pensamientos me parecen perfectamente válidos, y se me quita (al menos por unas horas) la cobardía con la que quiero apagarlos (sin éxito, más bien con frustración). Y lo que entonces comienzo a lamentar es tardarme tanto en seguir esas pulsiones, aunque se mezcla con la emoción de prometerme seguirlas.

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