miércoles, 22 de diciembre de 2010

El suspiro

Se me ocurrió que los suspiros son lo contrario a los silbidos. Cuando uno silba saca el alma, sin miedo, casi que quisiera escaparse cabalgando en ese hilito de aire. En cambio cuando uno suspira, entra el aire, un aire vacío, tratando de llenar el vacío de uno mismo. Lástima que el alma no haga bulto.

El aire que sale del suspiro es peor que el que entra: es un aire viciado, intoxicado con la tristeza de uno. Yo no entiendo por qué cada vez que alguien suspira, a la gente le parece mucha gracia y se lo atañe al amor. A mi me parece que se debe más bien a la ausencia.

Lo peor es que los suspiros no cantan, no. Hacen un ruido terrorífico, como una ventisca apocalíptica. Y luego dejan un silencio que aturde.

Si uno silba cuando está triste, el silbido lo reconcilia con uno mismo porque es la música de uno, ya lo habíamos dicho...Pero cuando uno suspira...le queda la mente en negro.

En fin...sé que este texto no es bueno, como el del silbido, pero es que no hay comparación. Exhalando el aire de un suspiro fue que lo escribí.

No me gusta suspirar, ni un poquito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario