jueves, 1 de julio de 2010

Gracias a los artistas de Santasangre

HISTORIA NÚMERO 3 DE CUANDO FUI A TEATRO

A veces siento que he perdido mi sensibilidad artística por estar en un campo científico. Y me efurece y me enfurezco y me lamento. Pero hoy me reconcilié conmigo misma, al menos por esta noche. Me dejé absorber por la magia, partiendo del muchacho de la patilla-navaja, pasando luego por el guitarrista sin cabeza, y finalizando en que me emocionó la obra. Me despertó sentimientos prohibidos, o por decirlo y no olvidarlo, pudorosos. Me causó gracia la adaptación del guión, la incorporación de reportes forenses -al estilo moderno- en la descripción de las víctimas de la peste desencadenada por Drácula. Me gustó, me tocó, me despertó un agradecimiento y una complicidad no sospechados. Oí los comentarios displicientes de mis vecinos, pero no me importaron. Los artistas sobre la escena encontraron lo bello y lo incógnito de las verdades físicas, y yo los entendía. Yo iba más allá de los delirios egoístas de aquellos espectadores, de aquella sed de ser sorprendidos por lo que suponen que deben hacer los otros para sorprenderlos. Una tierna calidez nacía de cada palabra y cada gesto que evocaba el horror. Era calidad en su arte, la trascendencia al mero entretenimiento. Felicidades. Conmigo, humilde espectadora, han logrado su objetivo.

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